¿y tú que necesitas?

Llevaba tiempo sin escribir un post y no sabía por qué. No siempre es fácil darnos cuenta de lo que nos pasa por dentro.

La pregunta siempre es la misma: ¿qué necesito?

La necesidad es la carencia de algo y el deseo de satisfacerla.

El ser humano necesita cosas constantemente. Unas físicas, otras mentales, pero todas llevan siempre al mismo destino: cómo quiero sentirme.

Para llegar a saber cómo quieres sentirte, sería bueno que supieras que tú no eres sólo una parte de algo. Estás hecho de pequeños trocitos.

Tendemos a ponernos etiquetas: soy seguro, soy fuerte, soy miedoso, soy soy…

Pero, ¿cómo eres de verdad?

La pregunta del millón.

La verdad es que no existe la verdad. 

La verdad está hecha de tu realidad y puede que no coincida con la mía. Entonces… ¿existe la realidad?

Pues depende desde dónde la mires, depende de los juicios que hagas, depende de si opinas que esto es bueno, malo o regular, depende de lo que opines de ti y de los demás, depende de cómo pienses y de cómo te pienses. Depende de cómo te cuentes tu propia historia.

Así que… ¿cómo eres?

Eres muchas cosas, muchas partes unidas en un trocito de carne, una mente y unas emociones.

Unas partes te gustan más y otras, las que te gustan menos, las escondes.
Esconderlas para los demás, significa esconderlas para nosotros y además ponerles juicio, culparnos por tenerlas y culparnos por ocultarlas, culpable por no ser capaz de mirar de frente tu propia culpabilidad, y esta última emoción sí que ahoga.

Atrévete a mirarte sin juicio. Obsérvate del mismo modo que observas una obra de arte, un cuadro. No lo miras pensando en cómo debería de ser ese cuadro si no fuera tal y como es, no, lo que haces es dejar que te llegue su realidad que es la tuya. Sin pretender que ese cuadro sea algo distinto para ti de lo que es.

Dicen que si el ser humano dejara sólo por un instante de hablarse de cómo debería de ser o cómo no debería de ser, no necesitaríamos más. Y estoy de acuerdo.

No se trata de no mejorar o de no cambiar las cosas que nos gustan menos de nosotros, pero si no haces el ejercicio de mirarte tal y como eres, sin el modelo ideal de lo que deberías de ser no llegarás muy lejos.

Los debería, los tendría que… nos meten en una dinámica de lo perfecto, de lo que tendría que ser y no soy. Tú eres lo que eres.

Y a partir de ahí te modelas.

Eres la consecuencia de tus experiencias, de tus valores, del tiempo vivido, de lo que dijiste que sí y de lo que dejaste pasar en tu vida, de lo que piensas y de cómo lo piensas, de tus miedos y de tus seguridades y de cómo las sientes y si te permites sentirlas, de lo que te da amor y de lo que te lo quita.

¿Te das amor o te lo quitas?

Si te lo das, aceptarás que estás en el mejor lugar para ver y valorar tu vida, podrás pasar a otro nivel. Ese salto está hecho del aprendizaje que has obtenido en ese camino y en ese proceso hay recompensa: ser mejor de lo que eres ahora.

Si te lo quitas te obligarás a ir por un camino que te cuesta seguir, que te obligas a seguir, que no sientes que sea lo que deseas hacer pero lo haces, caerás en el victimismo y en la justificación, no vaya a ser que seas otra cosa que no quieres parecer ser y se den cuenta.

Si crees que puedes coger un atajo, te engañas. Aunque también es cierto que lo que necesites en ese momento sea eso: mentiras. Acéptalo también. Todo tiene un por qué y un para qué. Así que hagas lo que hagas siempre será lo mejor para tu cuadro.

No tengas miedo a sentir emociones desagradables, ellas se llevan gran parte del mérito de hacerte pasar a la acción y de obligarte a ser más. No eres sólo lo agradable, o lo bonito, o lo bueno, estás hecho de emociones, de todas. No te falta nada. Así que si dudas de lo que eres, yo te digo lo que eres: ERES TODO.

Déjate ser.

¿un poquito de amor?

No quisiera hacer un post sólo para mujeres, pero el caso es que este tema atañe más a mujeres que a hombres, no sé por qué. Quizás por educación, cultura, no lo sé.

Y tampoco quisiera ser feminista (bueno, no demasiado feminista) pero creo que el amor lo vivimos de manera totalmente distinta los hombres y las mujeres.

Tanta manía con el que somos iguales ¿ qué vamos a ser iguales? Ni falta que nos hace. Las diferencias es lo que nos aportan.

Y no quisiera hablar sólo del amor entre un hombre y una mujer porque me imagino que los roles entre hombre y hombre, y mujer y mujer, se desarrollan igual, pero la verdad es que el amor de mujer a hombre es el que más conozco, aunque eso tampoco me acredite para ninguna medalla.

Todos sentimos por igual pero es cierto que esas pequeñas diferencias cerebrales hacen que en el amor, que todo se potencia al 1.000%, cualquier cosita se magnifique y las diferencias pueden ser abismales, pero lo cierto es que hay algo que ocurre en muchas mujeres con más frecuencia que con los hombres, y es la dependencia en la pareja.

Este tipo de amor, por llamarle de alguna manera suele ser amor por necesidad de ser amado.

La cosa empieza así:

Mujer estupenda, independiente (es curiosa esta contradicción pero suele serlo antes de que aparezca “él”), con amigos, con valores, con futuro y vida social. Llega el día que conoce a chico y empieza el lío… Qué ganas de ocuparnos de otro que no seas tú, eh?

“que si voy a animarle porque el pobre tiende a decaer el ánimo”, “que si voy a ayudarle porque el pobre no puede solo” “que si voy levantarle la autoestima diciéndole lo estupendísimo que es” (aunque no lo sea) y en la medida que hacéis toda esta labor social disminuye tú yo, porque éste empieza a preguntarse (porque tonto no es) que a ver si sólo nos quiere por este trabajo de fondo que hacemos con tanta abnegación y esfuerzo, y no por nosotras mismas. Ay!

La verdad es que es mucho más fácil volcar toda nuestra energía y toda nuestra voluntad en ocuparnos de moldear a otro (a nuestra conveniencia, por supuesto) y verle como un proyecto que verle como una persona completa. Esto además de ayudarnos con nuestra propia fantasía, nos entretiene en los defectos ajenos en vez de mejorar los propios.

Vaya por delante, que lamento deciros que a esa persona no le falta ni le sobra nada, a lo mejor no os gusta pero es perfecta. Perfecta para las experiencias que tiene que vivir y que a lo mejor no entráis en esas experiencias. Y que sería muy discutible si con vuestro “cariño” le hacéis mejores o peores personas.

Me parece oíros decir: “no es del todo como yo quería, pero le voy a pulir unas cuantas cosas y así se acercará más a la idea que yo tengo del amor.”

Habría que pararse a pensar cuál es la imagen que tenemos cada uno de nosotros del amor.

Esta idea que tenemos del amor cada uno de nosotros además de muchas creencias, puede venir acompañada de cierto atrezo: un mejor puesto de trabajo, una casa más grande o con unos kilos de menos o más elegante, más atractivo, más… qué?

¿Qué buscas realmente en el amor?
¿Qué te daría el amor que tú no puedas conseguir solo?

¿Puedes responder de manera sincera a estas preguntas?

Sería muy interesante oír vuestras respuestas porque ahí es desde donde hay que partir.

Empleamos el amor como mercancía, como herramienta de cambio y creemos que podremos manejarle. Ingenuos! El amor nos hará estar a su merced si no sabemos qué lugar ocupamos en la vida y qué lugar queremos que ocupe el amor en ella. Qué precio queremos pagar por él. Será como un tsunami.

Sé que diréis que en las parejas hay que ceder cosas en bien del otro o en el bien de la relación, no?

Puede que sí, pero esas cosas parten de uno mismo, de la evolución de uno mismo como persona o dentro de la misma pareja, pero sin que caigamos en ese servilismo que nos garantizará que por “nuestras buenas acciones” tengan recompensa.

A eso lo que llamo el Síndrome de Tecla. ¿Os acordáis de Tecla la araña de la abeja Maya? Siempre tejiendo esperando a que cayera su presa en la red, pues ese servilismo es manipulación. Manipulación camuflada en amor, eso sí.

Y aunque pareciera que sois el fuerte de la pareja, lamento deciros que sois la víctima.

Siempre esperando que el otro agradezca nuestro servicio, que lo aplauda, que nos ponga en nuestro sitio (privilegiado por supuesto) y pasan los meses y la pareja es casi como un segundo trabajo a juzgar por el esfuerzo que nos cuesta mantenerla. Y si tenemos que ser sinceros, con muy pocas satisfacciones. Pero ahí seguimos… porque por insistir no será. Duro y dale.

¿Qué pasaría si toda esa energía que estáis esperando a dar a otra persona, empezarais a ponerla a vuestro servicio?

Si empezaseis a pensar que el amor no es sólo ocuparse de otro. Que en una relación no es que uno haga el 50% y el otro el otro 50%, sino que todos diésemos el 100%.

100% una parte entera y completa y la otra persona diera otro 100%. Completo. Sin fisuras, excepto las que traemos de tara, claro 

Ya os adelanto que este cambio de creencia no es fácil porque uno mismo no tiene perspectiva de sí mismo. Porque es mucho más fácil ver la viga en el ojo ajeno que el camión en el nuestro (la paja me parece poca cosa) pero que no hay amor más importante que el quererse uno al 100% y si aprendes a hacerlo es mucho más sencillo querer a los demás con el mismo rasero.

Para ello hay que empezar a ser conscientes de la vida que tenemos y aceptarla. Vida que por otra parte es fruto de tus pensamientos y tus actos, que son los que te han traído hasta aquí.

Un coach os ayudará en esa perspectiva individual, os ayudará a gestionar vuestras emociones, a saberlas entender, a saber que todo lo hacemos por algo, y que sólo buscamos ser felices aunque a veces pisemos o nos dejemos pisar por ello.

Sigue el proceso aceptando los temas que te hacen sentir mal o en desventaja.

Acepta que no tienes pareja, o que eres un desastre con las que atraes o que en estos momentos sufres porque alguien te ha dejado…sea lo que sea acéptalo. Este es el momento que te has estado creando para pasar a otro nivel de consciencia.

Ese otro nivel de aprendizaje es como pasar de curso. Haz un repaso de las materias más difíciles y pregúntate: ¿ qué quiero que otra persona aporte en mi vida?

Esta respuesta te dará una pista de lo que te hace falta. Y si eres capaz de ir proporcionándotelo tú solito, el amor ya no será sólo necesidad, será una experiencia de vida en la que tú aportarás lo mejor de ti pero con unos límites sanos.

Aceptarás con mejor talante que querer a alguien no significa que te quiera como tú quieres, o que alguien te quiera no justifica su compañía por muy buena persona que sea. Acabarás odiándola si no aceptas que no le correspondes y eso tampoco te hace a ti mala persona, te lo aseguro.

Comprenderás que el amor terrenal tiene unas reglas escritas para formar un vínculo sano y que podemos ejercer cierto sentido común, pero que el amor espiritual es algo tan grande que no podemos controlar a nuestro antojo. Aunque sea por una necesidad y aunque nos correspondan tampoco nos da derecho a nada. A nada!

Es muy común escuchar decir: con todo lo que hice por él/ella!

Con todo lo que cambié y me convertí en lo que él quería y fíjate, se ha ido con otro/otra.

Vosotros pensando que hacéis todo por esa persona, y él o ella no lo quieren, lo rechaza. Dolor inmenso…para el ego que no para vosotros. (Es otro post.)

¡Pues no haber cambiado por otro! Os habéis vendido y ahora tendréis que recompraros.

¿Os habéis preguntado para qué existe el amor? ¿Qué aporta el amor en la vida de una persona? Además de la parte animal, instintiva de procrear, del sexo… ¿ qué más hay detrás del amor?

Yo tengo la creencia (acertada o no) que el amor viene a nuestras vidas para hacernos crecer a poquitos, para aportarnos conocimiento que no teníamos y que esa otra persona con su amor en forma de energía nos da en ese momento con aportaciones extras. Algo así como los bonus-track de los videojuegos, pero sólo lo hace cuando estamos preparados para entenderlo.

Ya sabéis la frase: “El Maestro aparece cuando el alumno está preparado.”

Aunque también puede que creáis estar preparados y el amor no llegue, pues señal de que habrá que seguir creciendo solo porque en este mundo de control, el amor es libre, libre en el más amplio significado de la palabra, libre de venir y libre de irse, casi siempre sin darnos cuenta ni de lo uno ni de lo otro.

Así que dejemos las telarañas para tejer unos bonitos jerséis y centraros en vuestra evolución, en vuestro agujeros, en vuestra experiencia de vida; eso sí, podéis estar con los ojos abierto por si os cae algún bonus-track del cielo.

post de la suerte

Últimamente la suerte está un poco a su aire.

Yo creo firmemente que somos nosotros con nuestros pensamientos los que nos vamos creando nuestro futuro. Así que si en estos momentos no nos gusta cómo nos van las cosas es que no estamos pensando bien.

Nos ponemos en plan quejosos. ¿Tenemos motivos? No, bueno sí, bueno depende de cómo lo miremos y depende de con quién nos comparemos, pero quejarse de la mala suerte es muy lícito y yo diría que hasta necesario. Es una manera de descargar.

¿De qué te quejas? ¿Te sueles quejar mucho? ¿Son cosas que dependen de ti o depende de otras personas?

Convierte la queja en un amigo. Te dará pistas de dónde quieres estar y dónde no. Es cierto que la queja hay que tomarla con precaución porque un poco de queja es buena pero la queja está compuesta por un % elevado de victimismo y de pasividad. Si no haces algo en intentar reparar el motivo de la queja corres el riesgo de que se quede instalada en tu interior y no haga nada, sólo quejarse.

“todo me sale mal” “es que tengo gafe” “siempre me pasa igual” “el amor no es lo mío”

Hay gente que realmente cree que están malditos en algunos temas, cada uno con los suyos.
Es como cuando de pequeños se nos atragantaba una asignatura, vamos haciendo bola y claro, nada es más auto futurible que pensar que la mala suerte es nuestra, especialmente por dos cosas:

1.- porque hace que podamos no hacer nada sin sentirnos culpables. Total, todo nos va a ir mal así que para qué molestarse.

2.- esa creencia hace que no nos cuidemos tanto como debiéramos. Nos situamos en un escenario poco amable, nos hace más débiles y nos resignamos a situaciones poco favorables como si hubiéramos admitido que no merecemos nada mejor. Ahí entramos de lleno en una baja autoestima.

Hay que saber diferenciar lo que depende de nosotros y lo que no y que aunque no nos guste, tengamos que aceptar sí o sí, porque entre aceptar y resignar hay un mundo.

Uno de los pasos de la autoestima, el segundo concretamente, es la aceptación, y mucha gente cuando llega a este punto se lleva las manos a la cabeza, en plan: ¿pero cómo voy a aceptar esto? no lo haré nunca!

Pensamos que aceptar algo es resignarse y es todo lo contario. Para poder cambiar algo tienes que ser consciente de lo que pasa y asumirlo. Una vez aceptado ya entramos en la siguiente cuestión, que es saber si puedes o no cambiarlo.

¿Cómo aceptar las cosas que no nos gustan? Primero sabiendo si ese hecho depende exclusivamente de nosotros o no.

No podemos evitar que nos pase una desgracia pero sí que podemos decidir si eso va a ser lo que cambie nuestra existencia para mal, nos llene de victimismo, o es justo ese hecho el que nos hace mejores.
Lo sé, este párrafo no es nada original pero es que si a alguno le cala algo por dentro, me doy por satisfecha.

También es cierto que parece que haya personas que sin “merecerlo” (esto es una creencia, pensar que todo éxito tiene que estar precedido de un gran esfuerzo) gozan de una buenísima suerte. Les va bien siempre en el amor, en el trabajo, tienen un físico estupendo, salud, familia, amigos, uff!! ¿Cómo lo hacen?

¿Existe la suerte o es un invento del ser humano para cosas que no sabe cómo explicar?

La pregunta es: ¿Y por qué no les iba a ir bien? Esa es la tendencia natural del ser humano. Lo natural es que seamos felices porque sí.

Yo creo que no es tan importante creer o no en la suerte, lo que sí es muy importante es creer que uno es afortunado.
Yo creo que soy muy afortunada. No me preguntéis de dónde me viene esa creencia, pero la tengo desde siempre. No sé por qué, pero lo creo, sé que es así.

No es que siempre las cosas vayan como a mi me gustaría, e incluso que no me rebote porque las cosas no marchan como yo quiero que marchen (idea irracional) pero si rascas un poquito en mi enfado, me sale una confianza interior de: bah! Yo esto lo consigo así o así. (normalmente, eh?? que tengo mis días)

La confianza es el principio fundamental para empezar a actuar y a querer cambiar las cosas, pero también es cierto que hay que encontrar el equilibrio. Uno se puede trabajar su suerte, pero yo creo que hay que leer las señales del Universo. Nos ahorraríamos un montón de tiempo, de dinero y sobre todo de disgustos si supiéramos parar a tiempo. Si supiéramos aceptar que las cosas son como son, como han pasado y que no se pueden cambiar. Tomar nueva perspectiva y reorientarnos un poco o un mucho.

Las personas que viven ancladas en el pasado:¿Cómo pudo pasarme eso a mí? ¡Es una injusticia! ¿Cómo pudo hacer esto o aquello?… y no son capaces de situarse en el presente, dependiendo del hecho acontecido pueden derivar en una depresión.

No hay nada que desgaste más que intentar cambiar un hecho que ya ocurrió o intentar cambiar a las personas. Nos pasamos la vida deseando que nos quieran por cómo somos y nosotros mientras tanto intentamos cambiar a los demás, curioso, no?

Intentar cambiar a las personas es un gesto inútil. Las personas cambiamos por nuestra propia percepción de las cosas, por nuestras propias experiencias vitales, vivenciales. Si quieres cambiar a alguien sólo puedes tratar de ser un modelo para esa persona y si no lo entiende dejarle ir.

Hay veces que la familia o los amigos intentando hacernos un bien nos quieren llevar por un camino que o bien no es el nuestro o no lo es todavía. Deja que cada uno encuentre su camino en su momento perfecto y si os tenéis que aportar algo (base necesaria para una amistad o para el amor) ya os encontraréis. Si ya os habéis aportado todo lo que podéis el uno al otro, probablemente no haya lugar para la sintonía. Respétalo.

Para eso el coaching nos sirve de mucho. Nos sitúa en un marco de responsabilidad con nuestra propia vida y por tanto con la de los demás. Nos volvemos más tolerantes con nuestros propios errores y con los de los demás. Es como hacer un paréntesis y ver las cosas desde otra perspectiva, tomar conciencia de quiénes somos en este momento, qué deseamos y qué opciones tenemos para conseguirlo.

Ya sabéis que una de mis creencias más fuertes es que si algo es para ti entonces te llega fácil, la vida hace mil virguerías para que lo tengas, no tienes que hacer nada; pero por si acaso, dirá mi pepito grillo, yo voy haciendo algo. 😉

Lo bueno es que si uno cree que tiene suerte, vive mucho más tranquilo, se arriesga más porque cree que va a caer siempre de pie o mejor, que si se cae, ya se levantará; son estos pensamientos y creencias los que le permiten jugar, arriesgarse, experimentar…vivir. Si uno tiene miedo de todo, es mucho más difícil que tenga experiencias fuera de su zona de comfort, por si acaso pasara algo!!

Hay una frase navegando por internet que es algo así: “Si crees que la aventura es peligrosa, prueba la rutina, es mortal”

Es muy cierto.