¿Terrenal? O no.

No soy muy espiritual.

Quizás alguno pueda pensar que con mi profesión debiera de serlo pero la verdad es que no lo soy.

Creo que si eres buena persona eres infinitamente más feliz que si eres mala persona.

Creo que si te ocurre algo “malo” siempre hay un aprendizaje detrás aunque yo sea muy cabezona para darme cuenta en ese momento.

Creo en la energía de las personas y especialmente en la de los animales. Creo que lo bueno siempre es natural. Creo que visualizar hace que atraigas cosas a tu vida.

Creo en fluir pero soy peleona hasta la médula. Creo en la física cuántica.

Escribo frases en mi Instagram que tratan de hacer pensar, pero no, no soy nada espiritual.

Me dedico al coaching y al desarrollo personal de las personas. Esto a veces va acompañado de un crecimiento espiritual por el hecho de cambiar de pensamientos, de cambiar actitudes, por encontrarnos otras cosas en la vida, pero a veces no. No tiene que ir acompañado de un crecimiento espiritual. No siempre ocurre.

Mi trabajo es muy práctico. Pregunto, pregunto y aclaro conceptos. Algunos los muestro (que no los enseño) y cada cual elige si ese concepto es bueno y aplicable en su vida. Es útil o no es útil. Y luego vuelvo a preguntar.

Pregunto para que las personas al responderme tengan que pensar en ello. Les obligo con esas respuestas a cuestionarse si les gustan las respuestas que me dan y si no les gusta, por qué no  y qué les gustaría poder cambiar.

También utilizo patrones de PNL, enseñándoles a visualizar, a imaginar y a resetear el pasado. Es cierto que esta parte es sorprendente y no estamos habituados a ella, pero de espiritual… nada.

Y estaréis pensando que para qué explico todo esto…

Lo hago para que sepáis más de lo que es un proceso de coaching y desarrollo personal. Para que tengáis más conocimientos si estáis pensando en qué quizás esto es lo que buscabáis.

En este proceso normalmente os volvéis a reconectar con vosotros mismos. Volvéis a conoceros tal y como sois en tiempo presente. Y volvéis a estar de vuestra parte.

Esto hace que la gente se sienta mejor en su piel. Que se gusten más. Que se cuiden más. Que se quieran más. Cuando una persona está con este ánimo se relaciona mejor con las otras personas y suelen salir mejor las cosas.

Esto es como abrir una puerta y otra y otra, cruzar un puente para llegar a otro y a otro.

Existe un plan de acción, esto es, nos damos cuenta de las cosas que se hacen mal e intentamos enmendarlas sabiendo qué cosas os harían felices conseguir. Todo muy práctico. Si hay posibilidades de conseguirlo, lo harás. Si no hay posibilidades tendrás que rehacerte y cambiar el rumbo.

Creo que se me da bien ver qué posibilidades hay. Si no enseguida busco otro camino. Soy buscadora.

Todo el proceso de coaching es pura metodología y pura práctica. Nada es para elevar el espíritu. Aunque se puede hacer y de hecho lo hago a veces, y otras sucede de manera natural.

No soy gurú de nadie. De hecho si hago bien mi trabajo los clientes serán más libres, fuertes e independientes. Especialmente de mi. Si un cliente depende de mis opiniones para tomar decisiones en su vida es que no he hecho bien mi trabajo. Y suelo hacerlo bien.

El coaching es un proceso en el que uno se prepara para lo que quiere, pero que no logra conseguir  y no sabe por qué no ocurre.

Entre lo que queremos y lo que obtenemos de la vida hay un espacio que está lleno de mejora, evolución o crecimiento personal. Al llenar ese hueco, solemos conseguir lo que el cliente quiere, que en coaching se llama objetivo. Nada más.

Y nada menos.

Así que si tu vida no te da lo que deseas, si no creces, si no evolucionas, si no eres feliz…puede que un proceso de coaching ¿terrenal? pueda ayudarte.

O no.

😊
Fotografía: Juan Fernando Burgos 

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