Septiembre es Enero

Ya está otra vez aquí el momento en el que nos proponemos introducir cambios, en nuestro cuerpo, en nuestra mente… en nuestra vida.  El momento de proponernos nuevas metas, nuevos objetivos.

Hazte un favor.  Sé sincero, ¿desde hace cuanto tiempo que deseas eso que sea que deseas?  y pregúntate, ¿cuál es la razón por la que no lo tienes?

Si hay obligación o deber… ya sabes que no durará mucho. Quizás empieces con muchas ganas pero poco a poco ese sentimiento motivador se desvanece como por arte de magia. ¿Qué ha pasado? ¿No ha sido suficiente la disciplina? Si en agosto estabas totalmente convencido.

Presta atención dónde almacenabas ese deseo y desde dónde lo quieres poner en práctica.

Si tienes el deseo interior pero “eso” no se materializa es que quizás y digo, sólo quizás, algo de esa persona “nueva” no te guste del todo. Sí, ya sé que ahora estás diciendo: ¡Si me gusta todo!! A lo mejor no. Permítete por un momento fijarte qué persona a tu juicio reúne esas circunstancias que deseas y observa si te gusta. Y si no te gusta, qué cambiarías tú. Ya sabes, creencias o prejuicios que tenemos y que ni siquiera nos damos cuenta.

Algunas  personas que no tienen dinero, no lo saben, pero tienen cierta aversión a la gente con dinero. Desean el dinero, pero es algo así como: están podridos de dinero, son unos prepotentes, malgastan su dinero. Otras que no tienen amor en su vida, minimizan o ridiculizan qué es el amor: la gente se vuelve idiota, están enajenados transitoriamente, sólo te hace sufrir, pierden su voluntad y su personalidad… Y así podría ir punto por punto con casi cualquier deseo que queremos y que no tenemos.

Pues bien, tienes la oportunidad para ser eso que quieres ser, y hacerlo a tu manera, cambiar lo que ves en los otros que no te gusta  Nadie es igual, nadie lo hará como tú.

Además, nadie es tonto, mala persona o lo que quiera que pienses por tener dinero; eso ya venía de pobre. Nadie pierde su personalidad por tener pareja;  antes de soltero ya no la tenía. Nadie se vuelve prepotente por alcanzar un nuevo puesto laboral;  ya lo era con anterioridad, lo que pasa es que no se notaba tanto.

Observa cómo te hablas, qué te dices sobre ese asunto que lleva en el armario un tiempo. Y sobre todo… ¿para qué lo quieres? ¿en qué persona te convertirá ese objetivo? Y lo más importante: ¿estás preparado para ser ese tipo de persona?

Pon tu atención en los valores que tienes ahora. ¿Cuáles son? ¿Son los mismos que hace un año? ¿Qué ha cambiado?  Y chequea si les eres fiel o todo lo contrario. Cuánta sinceridad hay en tu día a día, cuánta lealtad, cuánto humor o cuanta compasión. Cualquiera que creas que sean tus valores, escribelos, te ayudará a verlos más claros.

Cierra los ojos e imagínate teniendo ese objetivo conseguido. ¿Qué ves? ¿Cómo te ves? ¿Qué dices? ¿Qué haces? ¿Con qué tipo de personas te relacionas? Y percibe qué sientes.

Pregúntate: ¿Qué tengo que aprender para ser esa persona? ¿Qué no sé que sería bueno que supiera? Quizás no obtengas respuesta inmediata, pero probablemente en algún momento la recibirás como un fogonazo. Ese será el punto de partida.

Ya está aquí otra vez septiembre que es más enero que cualquier otro mes. El periodo de tiempo que el calendario nos permite empezar de nuevo, y no de cero como dice la canción de Dani Martín; nunca empezamos de cero. Vamos sumando consciencia a todas esas veces que hemos intentado cambiar o conseguir algo, y es que hoy más que nunca las segundas oportunidades siempre son buenas.

Si estoy en lo cierto, mañana es 1 de enero y el atardecer no ha sido igual.

Bienvenidos a tu nueva oportunidad de SER.

 

 

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